En aquel día nada calzaba, todas las cosas estaban más grises que de costumbre, cada respiro se volvía agotador. La incertidumbre se comenzó a mezclar de forma tortuosa con la nostalgia y el dolor. Pensó que una ducha helada tendría el poder de liberar su mente de tanta presión. Luego desnudo frente al espejo entendió que todo seguía igual de tortuoso, una simple ducha no cambiaría nada. Vio entre la gaveta la misma tijera que ocupaba para recortar sus bigotes y decidió tomarla. No quería morir, mucho menos que alguien notara su angustia. Casi de forma instintiva, sin dudarlo, realizó unos cortes rápidos entre sus piernas. El dolor le causó un alivio que jamás imaginó posible alcanzar, una sensación que se transmitió por todo su cuerpo siendo capaz de propagarse incluso entre sus pensamientos.
5 comentarios:
:_D que emoción, volvieron los comentarios, y usted volvió a escribir. !
Jajaja gracias loquillo. Ojalá que las ganas de escribir no se acaben nunca y que también las cosas publicadas tengan un mínimo de substancia y sean entretenidas. Saludos =).
y que duren y no las borres.
Eso es demasiado pedir, pero como en pedir no hay engaño... Veremos qué pasa.
En pedir no hay engaño... me gustó eso, lo pondré en práctica y te pediré otras más lindas.
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